República y dictadura
Fernando Rospigliosi
Los romanos inventaron muchas cosas,
entre otras la república, instaurada hace más de dos mil quinientos años luego
del derrocamiento de la monarquía de los Tarquinos. En el 509 a.C. un nuevo
sistema político, una república (res
pública, la cosa pública), se instaló en Roma con algunas características
innovadoras.
Primero, los cargos de los gobernantes
eran electivos. Segundo, no eran perpetuos sino renovables periódicamente.
Tercero, los gobernantes elegidos eran responsables ante los electores por sus
acciones. Cuarto, el poder estaba divido.
Los romanos eran gente muy práctica que
no solo crearon instituciones que han perdurado durante milenios, sino que
sabían adaptarlas y mejorarlas. Por eso, pocos años después de la iniciación de
la república, establecieron la dictadura, que no era una mala palabra como
ahora.
El motivo era muy obvio: cuando se
producía una crisis, interna o externa, los mecanismos normales de la república
no eran los adecuados para resolver esas dificultades y había que tomar medidas
extraordinarias. De lo contrario, la república podía perecer o, peor aún, podía
ser arrasada y desaparecer de la faz de la tierra, como de hecho ocurrió en el
caso de muchos pueblos.
Entonces se nombraba un dictador, un
gobernante con poderes extraordinarios para resolver la crisis. Todos los otros
magistrados estaban subordinados al dictador, pero no desaparecían. Y, muy
importante, el dictador mantenía su autoridad por un tiempo limitado, seis
meses, o hasta que resolviera el problema que había originado su designación.
Ambas instituciones, la república y la
dictadura, subsistieron en Roma poco menos de cinco siglos, hasta mediados del
siglo I a.C., con el asesinato de Julio César y luego la instauración del
imperio.
El sistema republicano fue adoptado a lo
largo de la historia por ejemplo, por Venecia, que de ser una pequeña aldea
sobre el agua se convirtió en una potencia mundial y subsistió por casi un
milenio. O por Siena, desde el siglo XII, república tomada como ejemplo por
autores como Daron Acemoglu y James Robinson (“El pasillo estrecho”) y Niall
Ferguson (“La plaza y la torre”).
Y, por supuesto, la república fue el
modelo que adoptaron los padres fundadores de la independencia norteamericana, que
argumentaron a favor de la Constitución en “El Federalista”, en particular en
el N° 10, redactado por James Madison. No es casualidad que los autores de “El
Federalista” (Alexander Hamilton y John Jay, además de Madison) firmaran con el
seudónimo “Publio”, en honor a Publio Valerio Publícola, uno de los fundadores
y primeros cónsules de la república romana.
Más recientemente, cuando ya dictadura
se ha convertido en una mala palabra, Ozan Varol ha precisado que existen
diferentes tipos de dictaduras, incluyendo aquellas que se instalan para
derrocar a un gobierno autoritario con el fin de recuperar la democracia. (“El
golpe de Estado democrático”, Harvard
International Law Journal, Vol. 53, No. 2, 2012).
No hace daño conocer la historia. Ni
tampoco imaginar soluciones prácticas para resolver las crisis, como hicieron
los romanos en los albores de la república.
Publicado en El Reporte, 16/10/22
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