martes, 14 de febrero de 2017

Gobierno enredado

El gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) se ha enredado con Alejandro Toledo. En lugar de actuar con ponderación y coordinando adecuadamente con las autoridades judiciales, ha dado muestras de un excesivo -y al parecer- ineficaz celo, hasta el punto que el propio presidente de la república se ha involucrado personalmente en el asunto pidiéndole a su colega Donald Trump que lo expulse de los Estados Unidos, según la versión de palacio de gobierno.

Es muy probable que finalmente Toledo termine siendo traído al Perú donde será juzgado, como se trajo a Alberto Fujimori desde Chile luego de un proceso relativamente largo. El punto es que venga de grado o fuerza, no que venga en 24 o 48 horas, como dio la impresión de que se trataba de lograr al principio. Por lo general, las cosas no funcionan así en ningún país del mundo, menos con un ex presidente que siempre va a tratar de justificar sus fechorías con el cuento de la "persecución política".

La impaciencia, inquietud y nerviosismo del gobierno tal vez se expliquen porque varios funcionarios actuales, empezando por el presidente y el premier, trabajaron en el gobierno de Toledo y tienen temor a ser acusados de complicidad. Pero eso iba a ocurrir de todas maneras -la oposición no perdería esa inmejorable oportunidad- y, como está sucediendo, el apresuramiento no ha menguado las críticas. Al contrario, ha dado ocasión a que se elaboren nuevas y descabelladas teorías conspirativas.

Un punto que ayudará a traer a Toledo es que, según parece, no había preparado convenientemente su fuga. La noticia lo sorprendió en París y se asombró aún más cuando las autoridades allanaron su casa en Lima, cosa que obviamente debió haber esperado desde hace tiempo. Toledo ya estaba seriamente comprometido desde el 2013 cuando se descubrió la compra millonaria de propiedades y las operaciones de Ecoteva y otras empresas similares en Costa Rica.

De París fue a San Francisco y al parecer intentó viajar a Tel Aviv sin poder lograrlo. En Israel está su aún influyente amigo Josef Maiman, que además maneja buena parte de sus cuentas. Pero se demoró, a diferencia de Maiman que, previsoramente, apenas estalló el escándalo Lava Jato, vendió su casa en Lima para evitar un posible embargo.

Toledo, como muchos políticos que han disfrutado del poder, se creía inmune. Ahora pagará las consecuencias.

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