CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
I3 + C + SL
La entrevista de Fernando del Rincón a
Pedro Castillo confirmó lo que se sospechaba, que el individuo que ocupa la
presidencia no daba entrevistas ni conferencias de prensa porque es
absolutamente incapaz de responder coherentemente las interrogantes más elementales
sobre su desempeño en el gobierno.
En cualquier gobierno democrático el presidente
se comunica con los ciudadanos a través de los medios de comunicación que le
plantean preguntas que transmiten las inquietudes de la gente. En este caso
existe un dilema insoluble: Castillo no puede contestar las interrogantes más
elementales y tampoco puede permanecer siempre en silencio, realizando de
cuando en cuando demagógicas arengas de plazuela o balbuceando incoherencias
cuando lee -con errores- discursos que le han preparado.
Del Rincón puso el dedo en la llaga cuando
preguntó, por ejemplo, sobre los desastrosos nombramientos que ha hecho -y
sigue haciendo- Castillo desde el primer día. No pudo contestar porque nombro
ministros a sujetos vinculados a Sendero Luminoso como Iber Maraví o Guido
Bellido, o al antiguo terrorista Héctor Béjar. Tampoco dijo porque salieron del
gobierno.
El asunto es que nunca pudo justificar
esas designaciones, jamás explicó a los ciudadanos porque los nombró y tampoco nunca
aclaró porque los expectoraron. Esa es una constante en el desempeño de
Castillo, no solo para los nombramientos y ceses, sino para absolutamente todas
las acciones que ha realizado el gobierno. No es capaz de explicar por qué
aumenta la deuda pública, por qué permiten que bloqueen carreteras y cierren minas,
porque quieren declarar el estado de emergencia para -supuestamente- combatir la
delincuencia (esa pregunta se la hizo un periodista peruano en una
indescriptible conversación y lo que dijo fue un galimatías ininteligible), ni
porque quiere cambiar la Constitución.
Su absoluta ignorancia se evidenció cuando, confrontado
por Del Rincón sobre su intervención en un evento el cual coreaba “mar para
Bolivia”, se negó a ratificar -o rectificar- ese disparate y sostuvo que “el
pueblo decidiría”, su muletilla para tratar de justificar las incontables
sandeces que emite todos los días. Ese sujeto no sabe que hay cosas sobre las
que “el pueblo” no puede decidir, como la integridad territorial. Tampoco se
podría poner a consideración del “pueblo” algo como las leyes de Núremberg que
los nazis aprobaron en 1935 para perseguir a los judíos. Es incapaz de entender
algo tan elemental, que toda persona que aspira al cargo político más modesto
debe saber.
Mintió cuando se negó a responder las preguntas
sobre Venezuela. En los hechos ha cambiado la política exterior peruana
designando un embajador en Venezuela y recibiendo al de Nicolás Maduro. Pero
fue tan cobarde que no lo admitió explícitamente.
No puede explicar nunca nada coherentemente por
una combinación de las tres I aludidas en el título de este artículo: es un
ignorante, inepto e incapaz. No se trata de insultos ni de adjetivaciones
gratuitas sino de descripciones exactas de las características del individuo
que ocupa Palacio.
Ignorante: Que ignora o desconoce algo.
Que carece de cultura o conocimientos.
Inepto: No apto ni a propósito para algo.
Necio o incapaz.
Incapaz: Que no tiene capacidad o aptitud para algo.
Falto de talento.
A lo cual hay que sumar la C de
corrupción. No solo ha nombrado a
funcionarios involucrados en casos de corrupción sino que él mismo esta
implicado directamente en varios hechos aparentemente delictivos, como la relación
con Karelim López y el contrato millonario de una empresa constructora que
asesoraba o los oscuros negocios de Petroperú. En estos casos se contradijo y
no pudo aclarar ninguna de las imputaciones.
En suma, comprobadamente ignorante,
inepto e incapaz, presuntamente corrupto (tampoco hay que olvidar que llegó al
gobierno como miembro de y financiado por un partido que la fiscalía define
como organización criminal, los dinámicos del centro) y definitivamente relacionado
con Sendero Luminoso como lo demuestran las investigaciones de la Dircote desde
2017, y los nombramientos de ministros y prefectos vinculados a ese grupo.
No hay duda que la única alternativa
para evitar el descalabro del Perú es vacar a ese individuo y a su gavilla.
Lampadia, 27/1/22
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