Los valederos de Zoraida
Fernando Rospigliosi
El comportamiento de la fiscal de la
Nación Zoraida Ávalos no debería sorprender a nadie. Su absurda decisión de
postergar la indispensable investigación a Pedro Castillo hasta el 2026
pretende protegerlo y evitar que se conozca la verdad sobre sus presuntos actos
de corrupción, que han sido aireados por la prensa independiente y también por
el procurador Daniel Soria.
Zoraida Ávalos nunca debió ocupar ese
cargo, no solamente porque carece de la competencia e idoneidad necesaria, sino
porque su ingreso a la junta de fiscales supremos fue completamente irregular,
producto de una maniobra corrupta, según fue denunciado en su momento por
varios periodistas en reportajes de investigación. Ella fue luego elevada al
máximo cargo en el Ministerio Público por una alianza mafiosa de caviares y
Martín Vizcarra, con el respaldo de muchos medios de comunicación, situación que
reseñé en un artículo publicado hace tres años. Es importante recapitular ahora
esos antecedentes:
“Caben pocas dudas de que la fiscal de
la Nación Zoraida Ávalos será una magistrada complaciente con el gobierno de
Martín Vizcarra. Ella ha llegado a ese puesto gracias a la campaña que el
gobierno y sus aliados desarrollaron contra Pedro Chávarry y tiene rabo de
paja, lo que la hace vulnerable en caso que quiera salir del carril que le han
trazado.
Ávalos se convirtió en fiscal suprema en
2012 en una trama que Ricardo Uceda describió como una maniobra urdida en el
Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) para elegir al cuestionado Carlos
Ramos Heredia como fiscal de la Nación. El CNM designó a Zoraida Ávalos y Nora
Miraval, dos personas que no tenían los méritos necesarios y, en efecto, Ramos
Heredia, con el voto de ellas se convirtió en fiscal de la Nación. Ramos no
duró ni un año en el cargo. A fines de 2014 fue suspendido y luego destituido
por el propio CNM por sus vínculos con la mafia de César Álvarez, entonces
gobernador regional de Ancash.
Vale la pena recordar lo que decía
Ricardo Uceda en ese entonces sobre la corrupción en los organismos del sistema
de justicia. “Lo que está ocurriendo en el Ministerio Público pertenece al tipo
de corrupción que no se encuentra necesariamente penado por la ley. (…) A
Zoraida Ávalos, no fue fácil nombrarla Fiscal Suprema. En 2012, en el proceso
que terminó designándola, los seis postulantes que quedaban luego del examen
escrito desaprobaron en la evaluación curricular, de modo que ninguno podía
pasar a la entrevista personal. Entonces, el CNM recalificó las trayectorias
profesionales. A la predestinada Ávalos le pegó una patada para arriba sobrenatural:
sus 50 puntos se convirtieron en 87,50. Quedó primera en el cuadro final.” (“Cómo
se nombra realmente a un Fiscal de la Nación”, La República, 21.1.14).
El resultado de la jugarreta que tenía a
Ávalos como una de sus protagonistas era, según Uceda, que “tendrá mayor
influencia en el Ministerio Público un poder oculto cuyo cableado atraviesa el
Poder Judicial, pasa por el despacho de algunos congresistas, y toma energía en
un grupo inmobiliario investigado por extorsiones y lavado de activos.”
El Comercio también publicó varios reportajes
en el mismo sentido. En un artículo titulado “Fiscales que votaron por Ramos
Heredia fueron favorecidas” (28.4.14), Rodrigo Cruz explica que “dos fiscales que participaron en el concurso que nombró a
Zoraida Ávalos y Nora Miraval fiscales supremas denunciaron que el Consejo Nacional
de la Magistratura (CNM) actuó con un sesgo que tuvo
como fin asegurar la elección de ambas magistradas.” Allí se detalla que “las
mencionadas fiscales sacaron un puntaje muy por debajo del mínimo
requerido”, sin embargo les subieron escandalosamente las notas sin
justificación alguna.
Esa
es la nueva heroína anticorrupción que la coalición vizcarrista ha puesto al
frente del Ministerio Público para supuestamente cambiarlo, limpiarlo y
mejorarlo, a la que venían promoviendo públicamente desde hace meses y a la que
ahora alaban sin mesura. Su cinismo parece no tener límites.” (“La patada que
encumbró a Zoraida Ávalos”, El Comercio,
12/1/19).
Así como protegió al
Lagarto, hoy encubre a Castillo. La coalición que la encaramó, sobre todos los
caviares, son los responsables de esta catástrofe en el sistema de justicia. Y lo
hicieron, con su inigualable impudicia, en nombre de la lucha anticorrupción.
El Reporte 9/1/22
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