sábado, 29 de enero de 2022

Falsificación histórica


Falsificación histórica

La película “Múnich en vísperas de una guerra”

Fernando Rospigliosi

 

        Una popular película en Netflix recién estrenada, concluye con una burda falsificación histórica, pretendiendo vender una idea nefasta, acorde con la corrección política actualmente dominante en Occidente: el apaciguamiento es la política adecuada para enfrentar a los tiranos totalitarios –o a los aspirantes a dictadores, o los fanáticos terroristas-.

        El film “Múnich en vísperas de una guerra”, recoge la verdad histórica cuando describe la situación en Alemania previa al acuerdo de Múnich. Adolfo Hitler se disponía a invadir Checoeslovaquia y el alto mando militar, consciente que eso llevaría a una guerra que su país perdería de todas maneras, estaba dispuesto a derrocar al tirano. Cuando Hitler ordenara la movilización, darían el golpe.

        Pero las cosas salieron de otra manera. El premier británico Neville Chamberlain indujo a Benito Mussolini (aliado de Hitler que tampoco quería la guerra) a impulsar un acuerdo para desmembrar Checoeslovaquia, complacer a Hitler y, supuestamente evitar el conflicto.

        Así, los jefes de gobierno de Gran Bretaña, Francia e Italia visitaron a Hitler, en Múnich y el 30 se setiembre de 1938 firmaron un vergonzoso acuerdo, sin la presencia de los checoeslovacos, mediante el cual entregaban los Sudetes, una parte del territorio de Checoeslovaquia con población alemana, a Hitler. De esa manera creyeron, estúpidamente, que podían apaciguar al monstruo.

        El ex alcalde de Birmingham, un educado y más bien cándido caballero inglés, volvió a su país y cuando bajó del avión exhibió un papel -una escena famosísima que la película no destaca suficientemente- con la firma de Hitler, afirmando que había conseguido así asegurar la paz para Europa y el mundo. Un papel que para el matón inescrupuloso que lo había suscrito no valía absolutamente nada.

        Pero el éxito de Hitler en Múnich –aunque él hubiera preferido arrasar con toda Checoeslovaquia de inmediato- tuvo también otra consecuencia: fracasó el plan de los militares para derrocarlo. Si no había guerra en ese momento, no había justificación para el golpe. Por el contrario, Hitler salió enormemente fortalecido por la torpe y vergonzosa decisión de Chamberlain y los franceses de ceder a sus ambiciones, lo cual le dio impulso para seguir adelante con sus siniestros planes que finalmente llevaron a la II Guerra Mundial.

        Hitler inmediatamente engulló los Sudetes y, como era de esperarse, poco después, el 15 de marzo de 1939, se apoderó del resto de Checoeslovaquia, ya indefensa militarmente y abandonada por la cobardía de los aliados.

        Una frase final en la película en mención, es una mentira grosera que pretende convencer al público de la virtud del apaciguamiento: “El acuerdo de Múnich les dio tiempo a Gran Bretaña y sus aliados para prepararse para la guerra y así derrotar a Alemania”.

        ¡La verdad histórica es exactamente la contraria! Ese tiempo le permitió a Hitler fortalecer la Wehrmacht, las fuerzas armadas alemanas, y además apoderarse de la industria checoeslovaca que tenía una de las principales fábricas de armas de Europa, la Skoda. Y pudo consolidar su poder en Alemania, que era cuestionado por conspiradores militares y civiles. (Entre los muchos estudios, ver por ejemplo uno reciente del historiador británico Tim Bouverie, “Apaciguar a Hitler: Chamberlain, Churchill y el camino a la guerra”, 2021).

        Por el Tratado de Versalles (1919), Alemania solo podía tener un ejército minúsculo –máximo 100,000 efectivos-, sin tanques ni carros blindados, no podía tener una fuerza aérea y solo una marina de guerra reducida, sin submarinos, ni acorazados, ni portaviones. También se disolvió el Estado Mayor, pieza fundamental de la máquina de guerra alemana desde principios del siglo XIX.

        Aunque los militares alemanes habían burlado algunas restricciones, su fuerza armada fue insignificante en términos cuantitativos hasta 1936, en que Hitler desconoció el Tratado de Versalles y empezó a rearmarse. Pero ese era un proceso que requería mucho tiempo. Tenían que diseñar y construir tanques, aviones y submarinos. Y, sobre todo, tenían que entrenar y equipar a millones de hombres.

        Prácticamente todos los países europeos –salvo Gran Bretaña- tenían servicio militar obligatorio. Por tanto, contaban con millones de reservistas entrenados que podían ser llamados a filas rápidamente e incorporarse a sus fuerzas armadas. Y contaban con el equipamiento bélico necesario para abastecer esas enormes fuerzas armadas.

        Por eso al único que favoreció el pacto de Múnich en setiembre de 1938 fue a Hitler, que sí necesitaba tiempo para mejorar la capacidad de la Wehrmacht.

        Todos los estudios históricos coinciden que Hitler no tenía ninguna posibilidad de derrotar a los aliados cuando ocupó la zona desmilitarizada de Renania en marzo de 1936. Por el Tratado de Versalles, esa región, fronteriza con Francia, no podía contar con tropas alemanas. Hitler irrumpió con una pequeña fuerza militar y Francia no reaccionó. Consciente de su debilidad, la orden del mando alemán era que si la tropas francesas se movilizaban, ellos deberían replegarse inmediatamente. Pero eso no ocurrió.

        Hitler se dio cuenta entonces que podía atemorizar a los aliados con golpes de mano. Y eso, a su vez, lo fortalecía internamente y le permitía consolidar su dominio sobre las fuerzas armadas.

        El 1 de setiembre de 1939 invadió Polonia, lo que desencadenó la guerra. El 10 de mayo de 1940, más de un año y medio después de Múnich, invadió Francia y la Wehrmacht derrotó en seis semanas a franceses y británicos a pesar que era inferior en número de soldados, y también tenía menos aviones, cañones y tanques que los aliados. (Ver el excelente libro del alemán Karl-Heinz Frieser, “El mito de la blitzkrieg. La campaña de 1940 en el oeste”).

        Y los tanques alemanes, la estrella de esa campaña, eran inferiores en blindaje y poder de fuego a los aliados. La gran diferencia es que estaban mejor comandados y su estrategia y tácticas eran superiores. (Winston Churchill reconocía en privado que los alemanes eran mejores combatientes que británicos y aliados, y que en proporción 1 a 1, ganaban los alemanes. Ver por ejemplo el libro del historiador británico Max Hastings, “Overlord. El día D y la batalla de Normandía. 1944”).

        Recién cuando invadieron la Unión Soviética, en 1941, y se enfrentaron al excelente tanque mediano T 34 (al que derrotaron al principio gracias a sus tripulaciones fogueadas en combate y mejor comandadas), los alemanes empezaron a fabricar nuevos blindados capaces de enfrentarlo. Los Tiger y Panther recién empezaron a producirse en 1942 y 1943 y en ocasiones algunos modelos fueron puestos en acción antes de haberse probado para corregir los defectos, como ocurrió en la batalla de Kursk, en julio de 1943, el más grande enfrentamiento de blindados de la historia, donde muchos de los nuevos tanques alemanes quedaron fueran de servicio por fallas mecánicas.

        Así pues, es absolutamente falso que Múnich y la política de apaciguamiento fueran favorables a los aliados y les permitieron mejorar su capacidad bélica. Por el contrario, todos los análisis posteriores concuerdan en que la fuerza militar alemana, por lo menos hasta 1938, era inferior a la de los aliados y que si hubiera habido firmeza de parte de Gran Bretaña y Francia, se habría podido detener a Hitler y evitar la catástrofe de la II Guerra Mundial.

        En suma, una nueva y peligrosa falsificación -estilo caviar- de la historia, que intenta presentar como una verdad justamente lo que es una reconocida falsedad, y convertir en héroe a quien fue, por su ingenuidad y pusilanimidad, uno de los grandes responsables de la mayor conflagración en la historia de la humanidad.

Por fortuna la clase política británica tuvo la sensatez de nombrar jefe de gobierno a alguien completamente diferente, Winston Churchill, precisamente el 10 de mayo de 1940, con lo cual dispusieron de un líder que pudo encabezar a su nación, resistir la ofensiva y alzarse con la victoria.

 

 

1 comentario:

  1. Magnífica reseña de lo que en verdad sucedió, no la mentira que nos quieren vender.

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