lunes, 24 de enero de 2022

Los valederos de Zoraida

Los valederos de Zoraida

Fernando Rospigliosi

 

        El comportamiento de la fiscal de la Nación Zoraida Ávalos no debería sorprender a nadie. Su absurda decisión de postergar la indispensable investigación a Pedro Castillo hasta el 2026 pretende protegerlo y evitar que se conozca la verdad sobre sus presuntos actos de corrupción, que han sido aireados por la prensa independiente y también por el procurador Daniel Soria.

        Zoraida Ávalos nunca debió ocupar ese cargo, no solamente porque carece de la competencia e idoneidad necesaria, sino porque su ingreso a la junta de fiscales supremos fue completamente irregular, producto de una maniobra corrupta, según fue denunciado en su momento por varios periodistas en reportajes de investigación. Ella fue luego elevada al máximo cargo en el Ministerio Público por una alianza mafiosa de caviares y Martín Vizcarra, con el respaldo de muchos medios de comunicación, situación que reseñé en un artículo publicado hace tres años. Es importante recapitular ahora esos antecedentes:

        “Caben pocas dudas de que la fiscal de la Nación Zoraida Ávalos será una magistrada complaciente con el gobierno de Martín Vizcarra. Ella ha llegado a ese puesto gracias a la campaña que el gobierno y sus aliados desarrollaron contra Pedro Chávarry y tiene rabo de paja, lo que la hace vulnerable en caso que quiera salir del carril que le han trazado.

        Ávalos se convirtió en fiscal suprema en 2012 en una trama que Ricardo Uceda describió como una maniobra urdida en el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) para elegir al cuestionado Carlos Ramos Heredia como fiscal de la Nación. El CNM designó a Zoraida Ávalos y Nora Miraval, dos personas que no tenían los méritos necesarios y, en efecto, Ramos Heredia, con el voto de ellas se convirtió en fiscal de la Nación. Ramos no duró ni un año en el cargo. A fines de 2014 fue suspendido y luego destituido por el propio CNM por sus vínculos con la mafia de César Álvarez, entonces gobernador regional de Ancash.

        Vale la pena recordar lo que decía Ricardo Uceda en ese entonces sobre la corrupción en los organismos del sistema de justicia. “Lo que está ocurriendo en el Ministerio Público pertenece al tipo de corrupción que no se encuentra necesariamente penado por la ley. (…) A Zoraida Ávalos, no fue fácil nombrarla Fiscal Suprema. En 2012, en el proceso que terminó designándola, los seis postulantes que quedaban luego del examen escrito desaprobaron en la evaluación curricular, de modo que ninguno podía pasar a la entrevista personal. Entonces, el CNM recalificó las trayectorias profesionales. A la predestinada Ávalos le pegó una patada para arriba sobrenatural: sus 50 puntos se convirtieron en 87,50. Quedó primera en el cuadro final.” (“Cómo se nombra realmente a un Fiscal de la Nación”, La República, 21.1.14).

        El resultado de la jugarreta que tenía a Ávalos como una de sus protagonistas era, según Uceda, que “tendrá mayor influencia en el Ministerio Público un poder oculto cuyo cableado atraviesa el Poder Judicial, pasa por el despacho de algunos congresistas, y toma energía en un grupo inmobiliario investigado por extorsiones y lavado de activos.”

        El Comercio también publicó varios reportajes en el mismo sentido. En un artículo titulado “Fiscales que votaron por Ramos Heredia fueron favorecidas” (28.4.14), Rodrigo Cruz explica que “dos fiscales que participaron en el concurso que nombró a Zoraida Ávalos y Nora Miraval fiscales supremas denunciaron que el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) actuó con un sesgo que tuvo como fin asegurar la elección de ambas magistradas.” Allí se detalla que “las mencionadas fiscales sacaron un puntaje muy por debajo del mínimo requerido”, sin embargo les subieron escandalosamente las notas sin justificación alguna.

        Esa es la nueva heroína anticorrupción que la coalición vizcarrista ha puesto al frente del Ministerio Público para supuestamente cambiarlo, limpiarlo y mejorarlo, a la que venían promoviendo públicamente desde hace meses y a la que ahora alaban sin mesura. Su cinismo parece no tener límites.” (“La patada que encumbró a Zoraida Ávalos”, El Comercio, 12/1/19).

        Así como protegió al Lagarto, hoy encubre a Castillo. La coalición que la encaramó, sobre todos los caviares, son los responsables de esta catástrofe en el sistema de justicia. Y lo hicieron, con su inigualable impudicia, en nombre de la lucha anticorrupción.

El Reporte 9/1/22

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