martes, 8 de agosto de 2017

Dunkerque

Dunkerque, la taquillera película de Christopher Nolan, no es muy apegada a la historia. Al principio, uno de los protagonistas despacha en una frase el motivo por el cual el ejército alemán no ha liquidado a los aliados. Dice que prefieren destruirlos con sus aviones y no arriesgar sus tanques.

En realidad, se trató uno de los muchos errores de Adolfo Hitler, que decidió detener la ofensiva de las tropas acorazadas y dio tiempo a que los aliados se replegaran, establecieran un perímetro defensivo y evacuaran a 338,226 soldados británicos, franceses y belgas en la Operación Dynamo.

En un reciente libro, Lloyd Clark analiza minuciosamente la invasión de Francia que, a partir del 10 de mayo de 1940, derrotó en solo seis semanas a una de las grandes potencias militares del mundo: "Blitzkrieg. Mito y realidad en la guerra relámpago de Hitler: Francia 1940". (Pasado y Presente, 2017).

Desde el principio de la ofensiva Hitler y algunos generales conservadores del alto mando se habían mostrado temerosos que las divisiones acorazadas, que rompían las lineas aliadas y penetraban profundamente, fueran flanqueadas y destruidas. En realidad los aliados estaban tan desconcertados y desmoralizados por la ofensiva alemana que no atinaban al contraataque.

En varias ocasiones Hitler ordenó frenar el avance, pero generales de tropas acorazadas audaces como Heinz Guderian y Erwin Rommel no hicieron caso y fingieron no haber recibido las órdenes. No obstante, finalmente tenían que acatar las directivas.

Cuando los aliados se retiraban a la costa, Hitler decidió otra vez detenerse. Dice Lloyd: "Halder (jefe del Estado Mayor del Ejército) y Guderian quedaron sumamente frustrados por lo que, a su entender, era una pausa innecesaria (...) en un momento en que las divisiones de Von Kleist estaban a punto para golpear por detrás a los Aliados, cortándoles el paso a los puertos que les daban posibilidad de recibir refuerzos o desarrollar una evacuación." Hitler prefería "confiarse a su intuición y desperdició la ocasión de descoyuntar a las defensa aliadas."

El 24 de mayo, cuando los alemanas "estaban a punto de cerrar el cerco sobre aproximadamente un millón de soldados aliados, se ordenó a los acorazados alemanes que se detuvieran otra vez."

"La famosa Orden de Detención de Dunkerque apareció en la Directiva N° 13 del OKW (Oberkommando der Wehrmacht)", el alto mando de las Fuerzas Armadas. Hitler mandaba sin contrapesos desde el OKW que dirigía nominalmente el servicial Wilhelm Keitel. En ese momento el OKH (Oberkommando des Heeres), el alto mando del Ejército, cuyo jefe era Walther von Brauchitsch y tenía como jefe de Estado Mayor a Franz Halder, todavía tenía opiniones propias y resistía, hasta cierto punto, a Hitler.

Esta fue una ocasión que Hitler aprovechó para doblegar y humillar al OKH. Dice Clark que "el OKH observaba la orden con incredulidad y, ante el temor de que si se daba continuidad a tal concepto conservador de las operaciones, sería más difícil obtener una victoria estratégica, optó por intervenir".

El OKH trató de reanudar la ofensiva pero Hitler revocó su orden. Según un ayudante de Hitler, no le importaba el ejército británico en Dunkerque, "de lo que se trataba era, simple y llanamente, de imponer su dominio". Según Clark, "el comandante en jefe del ejército fue castrado pública y brutalmente."

El jefe del grupo de Ejércitos B, general Fedor von Bock escribió en su diario: "Los ingleses continúan evacuando Dunkerque ¡incluso desde simples playas al descubierto! Cuando finalmente lleguemos allí ¡no quedará nadie! ¡Qué el mando supremo haya ordenado detenerse a las unidades acorazadas está demostrando ser un grave error!"

El jefe de la Luftwaffe, el mariscal Herman Göring, había alardeado que podía destruir a las tropas aliadas cercadas, pero sus aviadores no lo creían. Habían perdido muchos aparatos en las batallas previas, sus bases estaban en Alemania, muy lejos del frente (todavía no habían podido adaptar aeropuertos en Francia y Bélgica) y la RAF británica, que despegaba del sur de Inglaterra estaba relativamente cerca.

Winston Churchill ordenó al mariscal del aire Keith Park, jefe del grupo aéreo del sur, defender las posiciones de Dunkerque.

Los grupos acorazados alemanes reanudaron el ataque tres días y ocho horas después de la orden de detención, cuando los aliados habían podido establecer un perímetro defensivo y ya habían empezado la evacuación.

Finalmente, vencieron la resistencia de los aliados y capturaron a 40,000 soldados franceses que se sacrificaron defendiendo la evacuación.

Clark concluye que "la combinación de una obra defensiva excelente, el mar encalmado y una disciplina y organización de primera categoría permitieron evacuar de Dunkerque y sus playas a más hombres de lo que la mayoría consideraba posible."