domingo, 14 de mayo de 2023

Cleopatra negra

 Fernando Rospigliosi

        Un ejemplo del impresionante avance del movimiento woke, izquierdista, en los EEUU es la recién estrenada serie de Netflix, “La reina Cleopatra”, que está protagonizada por una actriz negra. Una grosera falsificación histórica que se difunde por una de las principales empresas de streaming del mundo.

        Cleopatra no fue negra, por supuesto. Era de la estirpe de los ptolomeos, descendientes del general macedonio Ptolomeo Sóter, uno de los que acompañó a Alejandro Magno en la expedición en que los griegos conquistaron enormes extensiones de Medio Oriente y África, incluyendo Egipto. Cuando murió Alejandro, sus generales se dividieron sus conquistas y Ptolomeo quedó como gobernante de Egipto y más tarde se declaró faraón.

        En realidad, de los aproximadamente 170 faraones en más de tres mil años de historia del antiguo Egipto, unos cinco fueron negros, procedentes de Nubia, al sur de Egipto (Sudán) y gobernaron unos cien años.

        Los egipcios han rechazado esa torpe tergiversación histórica. Zahi Hawass, un destacado egiptólogo y ex ministro de Antigüedades, dice que “esto es completamente falso, (…) Cleopatra era griega, lo que significa que era de piel clara, no negra”. (BBC News, 19/4/23)

        No hay ninguna evidencia histórica de que Cleopatra fuera negra, al contrario, todo indica que no lo era. No obstante la productora negra Jada Pinkett Smith (esposa del actor Will Smith) ha logrado fabricar, con el respaldo de Netflix, ese desvergonzado fraude histórico.

        Lo ha conseguido en un contexto en que hace furor en Occidente la teoría crítica de la raza, una derivada o una rama de la teoría crítica de la sociedad formulada por la Escuela de Frankfurt, con el propósito de socavar y destruir la Civilización Occidental y Cristiana. (Ver en “El Reporte” mi artículo, “Cien años de la Escuela de Frankfurt”, 9/4/23. http://huevosdeesturion.blogspot.com/).

Como señala Douglas Murray, la teoría crítica de la raza es parte “de una guerra cultural y despiadada contra las raíces de la tradición occidental y contra todo lo bueno que esta ha dado de sí. (…) Lo que está produciéndose es un ataque contra todo lo que tenga que ver con el mundo occidental: su pasado, su presente y su futuro. (…) Occidente era el problema. Y la disolución de Occidente, la solución. (…) Es necesario demonizar a los blancos [porque] en toda la historia de la humanidad, los blancos encarnan algo especialmente malvado” (“La guerra contra Occidente: Cómo resistir en la era de la sinrazón”, 2022.).

Uno de los más grotescos ejemplos que describe Murray, es un suplemento de cien páginas publicado por el New York Times (NYT), el proyecto 1619, donde se propone cambiar la fecha de fundación de los EEUU -el 4 de julio de 1776, Declaración de la Independencia- por el 1619, la fecha de llegada de los primeros esclavos negros a Virginia.

La autora del proyecto, la periodista negra Nikole Hannah-Jones –que ganó el premio Pulitzer por eso-, sostiene explícitamente que hay que reescribir la historia de los EEUU, y especifica que “su objetivo es reencuadrar la historia del país, entendiendo que 1619 es el año de nuestra verdadera fundación, y situar las consecuencias del esclavismo y la contribución de los estadounidenses negros en el centro mismo de nuestro relato nacional”.

        Entre las insensateces que sostiene la autora, dice Murray: “según Hannah-Jones, Estados Unidos ni siquiera era una democracia ´hasta que los estadounidenses negros convirtieron el país en una´.”.

        La idea –sigue Murray- es que todo lo que habían logrado los norteamericanos era gracias al esclavismo, “deseaba convertir un relato de heroísmo y gloria en uno de opresión y vergüenza.”

        El NYT tuvo que eliminar de su edición digital partes de ese absurdo relato ante la fundamentada avalancha de críticas que recibió.

        En realidad, el racismo ha disminuido muchísimo en EEUU y Occidente. Una muestra de ello es la situación de Jada Pinkett Smith y su esposo, Will Smith, muy ricos, famosos y poderosos. Pero es Occidente el objetivo de las críticas más feroces y destructivas, y es en Occidente donde se intenta reescribir la historia a la manera orwelliana o staliniana, entre otras cosas, convirtiendo a Cleopatra en negra. 

También aquí

En el reciente infame informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se repite innumerables veces la falsa idea de que lo que ha motivado las asonadas violentas provocadas por los secuaces de Pedro Castillo es la “discriminación histórica, en particular hacia los pueblos indígenas”, que esas algaradas se han producido en “un marcado contexto de discriminación histórica por origen étnico-racial”.

Los socialistas del siglo XXI que redactaron ese perverso reporte se ponen a tono con la muy influyente teoría crítica de la raza.

Los disturbios que se efectuaron en Puno –y los que se anuncian ahora-, también se pretenden justificar como un alzamiento de los aymaras, sin mencionar que ese departamento está fuera de control desde hace años no por un problema étnico sino por las economías ilegales –minería, contrabando, narcotráfico, etc.- que se han enseñoreado en esa región.

Los enemigos de Occidente –que viven y disfrutan de las libertades y el confort occidental- están ganando la batalla cultural. Hay que reaccionar y desmentir sus falacias en todos los campos.

PD: Una muestra adicional de la enorme influencia de la ideología woke y de la teoría crítica de la raza son las declaraciones del presidente Joe Biden el 13/5/23 en la Universidad de Howard  (predominantemente negra): el supremacismo blanco es la amenaza terrorista más peligrosa del país, dijo. No los fanáticos islámicos. No los yihadistas. No los "antifas" y BLM que provocaron violentos disturbios en los EEUU y destruyeron estatuas de Cristobal Colón y George Washington. No. Son los "supremacistas blancos".

        

Publicado en El Reporte 14/5/23

       

Adele James, actriz que representa a Cleopatra en una serie "documental" de Netflix


viernes, 12 de mayo de 2023

Cien años de la Escuela de Frankfurt


 Fernando Rospigliosi

        Ahora es común atribuir al marxista italiano Antonio Gramsci el éxito que ha tenido el comunismo en socavar los cimientos ideológicos, culturales, religiosos y morales de la civilización Occidental y Cristiana. En realidad, muchísimo más importante ha sido la influencia de la Escuela de Frankfurt fundada hace cien años en la universidad de esa ciudad alemana.

        La constituyeron un grupo de jóvenes y brillantes filósofos alemanes, marxistas no ortodoxos, que entendieron que la Europa industrial y desarrollada no funcionaban las recetas entonces adoptadas por todos los partidos comunistas dirigidos por la III Internacional desde Moscú. Éstos querían asaltar el poder violentamente con la clase obrera –el sujeto revolucionario- al frente, arrastrando a la masa campesina.

        Los de Frankfurt se dieron cuenta tempranamente que los obreros, que ya habían alcanzado reivindicaciones importantes y niveles de vida relativamente confortables, querían seguir superando esos logros a través de la organización de sus sindicatos y de conquistas políticas logradas en el marco de la democracia representativa. Se habían aburguesado y ya no eran revolucionarios.

        La intención de los de Frankfurt era destruir la civilización Occidental y Cristiana a la que aborrecían y de la cual disfrutaban. Provenían de clases medias altas y sectores acomodados y siempre, hasta el final de sus vidas –varios gozaron de una opulenta jubilación en Suiza-, disfrutaron de los lujos y placeres del abominado capitalismo. Auténticos caviares.

        La Escuela se fundó en 1923 gracias a la financiación de un magnate argentino de origen alemán, Félix Weil, cuyo padre, comerciante en granos, acumuló una enorme fortuna. En esa época –antes de que el país fuera destruido por el peronismo- los ricos argentinos eran realmente acaudalados. Y luego fueron sufragados por las grandes fundaciones –Rockefeller, Ford, etc.- y el gobierno y las universidades norteamericanas.

        En 1933, cuando Adolfo Hitler llegó al poder, los de Frankfurt, marxistas y judíos, escaparon a los Estados Unidos, porque sabían el destino que les esperaba si permanecían en Alemania.

        Esa circunstancia posibilitó que multiplicaran su influencia de manera desmesurada, como probablemente no hubiera ocurrido si permanecían en su ciudad de origen. Desembarcaron en el país capitalista más pujante del mundo, que no había sufrido los estragos de la Primera Guerra Mundial como Europa y no cargaría con los de la más devastadora SGM, al final de la cual surgiría como una gran superpotencia.

Cuando llegaron a los EEUU, todas las más importantes universidades se los disputaron. Eran deslumbrantes, con ideas innovadoras, provenientes de la ilustre tradición intelectual y filosófica alemana. Nunca pertenecieron al partido comunista, ni se sometieron a la rígida y esterilizante doctrina que tenía a Stalin como Papa infalible.

        La competencia la ganó la muy prestigiosa universidad de Columbia, en Nueva York, sonde sentaron sus reales. Desde 1934 empezaron a formar promoción tras promoción de intelectuales y profesionales norteamericanos, que embelesados por las novedosas y vanguardistas proposiciones –la “teoría critica de la sociedad”-, las absorbían y luego replicaban en otras de las mejores universidades en los que se convertían en docentes. Y las difundían desde la “industria cultural” que fueron dominando: medios de comunicación, cine, arte, etc. Los de Frankfurt también ejercieron la docencia en otras universidades como la de Chicago, Princeton, Brandeis y Berkeley.

        Como una mancha de aceite, el subversivo pensamiento de los de Frankfurt se fue extendiendo en la satisfecha y próspera sociedad norteamericana. Y cuando nuevas generaciones, fueron tomando la posta, las ideas se transformaron en acción. El movimiento contra la guerra de Vietnam, el hipismo, la revolución sexual, el feminismo, el racismo anti blanco, la crítica a la familia y la religión, la permisividad con las drogas, etc. estaban inspirados en las doctrinas revolucionarias de los de Frankfurt, cuyo gurú fue Herbert Marcuse -asentado en ese entonces en California, el epicentro del movimiento-, autor entre otros libros, de los muy influyentes “Razón y Revolución” (1941), “Eros y Civilización” (1955) y “El Hombre Unidimensional” (1964).

        Una característica importante de los de Frankfurt es que nunca fueron una iglesia. Compartían su odio al capitalismo, pero discrepaban en otras cosas, a lo cual se sumaban los inevitables celos profesionales. Se peleaban entre ellos, a veces virulentamente. Pero nada de eso disminuía su ascendencia, al contrario, la reforzaba.

        Después de la guerra, varios regresaron a Frankfurt y crearon filiales en otras ciudades europeas (Paris, Ginebra, Londres).

        En cambio Gramsci, fue el secretario general del Partido Comunista de Italia, encarcelado por Benito Mussolini en 1926. Fue liberado en 1935, poco antes de morir, pero gracias a eso pudo sacar de la prisión sus cuadernos, redactados crípticamente por temor a que se los incautaran.

        Gramsci había llegado a una conclusión similar que los de Frankfurt, y sostenía que para alcanza al comunismo primero tenían que ganar la hegemonía cultural en la sociedad. Pero sus escritos no tenían la fuerza, la profundidad, ni la diversidad de los de Frankfurt y recién empezaron a ser publicados después de la SGM (entre 1948 y 1951 y la “edición crítica” en 1975) y realmente se hicieron conocidos en las décadas de 1960 y 1970, precisamente cuando las ideas que él había formulado en esquema, ya se habían impuesto en los grupos que los de Frankfurt habían tomado como objetivos: los jóvenes, los intelectuales, las feministas, las minorías étnicas, etc.

        Así, un siglo después, las venenosas semillas sembradas por la Escuela de Frankfurt han florecido y están destruyendo la civilización Occidental y Cristiana desde dentro. Quizá todavía hay tiempo para impedirlo.

Nota. Los más importantes y algunos discípulos: Max Horkheimer, Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse, Friedrich Pollock, Erich Fromm, Walter Benjamin, Leo Löwenthal, Franz Leopold Neumann, Wilhem Reich, Jurgen Habermas.


Publicado en El Reporte 9/4/23.


martes, 9 de mayo de 2023

Policía municipal


 Fernando Rospigliosi

 

        Como lo había advertido, la ley que aprobó el Congreso para entregar “armas no letales” a los serenos, abría la puerta para el siguiente paso, la creación de policías municipales, es decir, la fundación e unos dos mil cuerpos policiales muchos de los cuales estarán controlados por el narcotráfico, la minería ilegal, el crimen organizado, los socialistas del siglo XXI y cualquier delincuente que se apodere de un gobierno local o regional.

        Curiosamente, quien ha presentado el proyecto de ley N° 4863 el 3 de mayo, para establecer la policía municipal (PM) es la congresista Digna Calle, de Podemos, la misma que pasaba meses en Miami y desde allí fingía cumplir con sus labores parlamentarias. Ella pertenece al partido que encabeza el procesado José Luna Gálvez, que se enfrentó -con su candidato Daniel Urresti- al actual alcalde Rafael López Aliaga, que se ha convertido en el principal defensor de la instauración de la PM.

        Así, Podemos y Renovación Popular resultan ahora aliados en una política que contribuiría a desintegrar el país, que es precisamente lo que buscan los comunistas, los socialistas del siglo XXI.

        Peor todavía, el teniente alcalde de Lima, Renzo Reggiardo, el principal impulsor de esta delirante idea, amenaza con crear esa PM a través de una ordenanza, es decir de una norma edil de menor rango. En realidad, la PM ni siquiera podría ser establecida por una ley, requería cambios constitucionales.

        Pero dada la manifiesta irresponsabilidad, ignorancia e incompetencia que demuestran todos los días muchos de los actuales congresistas –que probablemente serán superados en estulticia por los que vengan luego-, no hay que descartar esa posibilidad. Al contrario, hay que considerarla como probable.

        Como he venido previniendo insistentemente en estas páginas, esa nefasta propuesta de descuartizar el país con dos mil cuerpos policiales debe ser rechazada. Lo que hay que hacer es exigir al Gobierno que cumpla con su deber, respaldando, equipando y capacitando a la Policía Nacional para que enfrente con eficacia a la delincuencia. (“Dos mil cuerpos policiales”, 2/4/23; “Dos serenos baleados”, 16/4/23; “Rumbo al desastre”, 23/4/23; “Delincuencia imparable”, 30/4/23).

        La ley que entrega a los serenazgos “armas no letales” ha sido observada, en una correcta decisión, por el Gobierno. Lo adecuado sería ahora que aquellos congresistas que por desconocimiento o descuido fueron sorprendidos y votaron para aprobarla, no insistan en el error y la archiven.

El autor de ese despropósito fue el congresista de Perú Libre Américo Gonza, sindicado como uno de los “Niños”, que también es el creador de la ley que aumenta las penas de cárcel por difamación, ampliamente considerada como una amenaza para la libertad de expresión y el periodismo independiente. Según “El Comercio”, Américo Gonza es, probablemente, el congresista más cercano al expresidente Pedro Castillo y a su familia. El perulibrista- quien, de acuerdo al Ministerio Público- es uno de los cabecillas de la organización criminal que cobró sobornos a altos oficiales de la Policía Nacional para ascenderlos- hasta hace poco decía poner ´las manos al fuego´ por el hoy detenido profesor. Y tiene una amistad con los sobrinos del exmandatario, al punto que contrató a los amigos de estos como trabajadores de su despacho en el Parlamento.” (31/12/22).

Ese es el personaje que guía, como corderitos al matadero, a la mayoría de congresistas que han aprobado sus proyectos del serenazgo y difamación.

En síntesis, es indispensable que el Congreso rechace ese disparatado proyecto para crear la PM, no insista en la ley de armar al serenazgo y ayude a combatir la delincuencia aprobando la ley que devuelve a la Policía Nacional la investigación preliminar.

Publicado en El Reporte, 7/5/23