miércoles, 7 de noviembre de 2018

INTOLERANCIA Y ESCASA CONVICCIÓN DEMOCRÁTICA


Los que ocultan el informe de la Comisión Lava Jato del Congreso -y quienes los respaldan- arguyen que es sesgado, incompleto, mal hecho, etc. Puede ser. Pero ¿no deberíamos ser los ciudadanos los que decidamos eso después de conocerlo? ¿Ahora un pequeño grupo de directores y editores determinan lo que los ciudadanos deben conocer? ¿No es noticia el resultado de la investigación congresal sobre el más grande caso de corrupción en el Perú en las últimas décadas? 

En la década de 1990 el gobierno de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos controlaba los medios de comunicación y determinaba que era lo que los peruanos podían ver, oír o leer (y contaron con el apoyo de la mayoría de la población mucho tiempo). Ahora la coalición antifujimorista decide eso.

Muchos respaldan el silenciamiento del informe Lava Jato por pasión, odio o fanatismo. Pero algunos lo hacen porque son parte del grupo de políticos y empresarios corruptos denunciados en ese informe. Ellos usan la animadversión al fujimorismo para sus propios fines.

De hecho, antes que se conociera el informe, ya era descalificado y censurado.

En el artículo que publiqué el sábado 3 en El Comercio me refería “la pequeña minoría de demócratas”. Eso es lo que hubo antes y lo que hay ahora. No hemos avanzado nada. La intolerancia con una investigación o un punto de vista, o su silenciamiento, son muestras de una pobrísima convicción democrática.

Cuando el péndulo vuelva a oscilar, tendremos más de lo mismo, solo que al revés.