Fernando Rospigliosi
Un ejemplo del
impresionante avance del movimiento woke,
izquierdista, en los EEUU es la recién estrenada serie de Netflix, “La reina
Cleopatra”, que está protagonizada por una actriz negra. Una grosera
falsificación histórica que se difunde por una de las principales empresas de
streaming del mundo.
Cleopatra no fue negra, por
supuesto. Era de la estirpe de los ptolomeos, descendientes del general
macedonio Ptolomeo Sóter, uno de los que acompañó a Alejandro Magno en la
expedición en que los griegos conquistaron enormes extensiones de Medio Oriente
y África, incluyendo Egipto. Cuando murió Alejandro, sus generales se
dividieron sus conquistas y Ptolomeo quedó como gobernante de Egipto y más tarde
se declaró faraón.
En realidad, de los
aproximadamente 170 faraones en más de tres mil años de historia del antiguo
Egipto, unos cinco fueron negros, procedentes de Nubia, al sur de Egipto
(Sudán) y gobernaron unos cien años.
Los egipcios han rechazado
esa torpe tergiversación histórica. Zahi Hawass, un destacado egiptólogo y ex
ministro de Antigüedades, dice que “esto es completamente falso, (…) Cleopatra
era griega, lo que significa que era de piel clara, no negra”. (BBC News,
19/4/23)
No hay ninguna evidencia
histórica de que Cleopatra fuera negra, al contrario, todo indica que no lo
era. No obstante la productora negra Jada Pinkett Smith (esposa del actor Will
Smith) ha logrado fabricar, con el respaldo de Netflix, ese desvergonzado
fraude histórico.
Lo ha conseguido en un
contexto en que hace furor en Occidente la teoría
crítica de la raza, una derivada o una rama de la teoría crítica de la sociedad formulada por la Escuela de Frankfurt,
con el propósito de socavar y destruir la Civilización Occidental y Cristiana.
(Ver en “El Reporte” mi artículo, “Cien años de la Escuela de Frankfurt”,
9/4/23. http://huevosdeesturion.blogspot.com/).
Como señala Douglas Murray, la teoría crítica
de la raza es parte “de una guerra cultural y despiadada contra las raíces de
la tradición occidental y contra todo lo bueno que esta ha dado de sí. (…) Lo
que está produciéndose es un ataque contra todo lo que tenga que ver con el
mundo occidental: su pasado, su presente y su futuro. (…) Occidente era el
problema. Y la disolución de Occidente, la solución. (…) Es necesario demonizar
a los blancos [porque] en toda la historia de la humanidad, los blancos
encarnan algo especialmente malvado” (“La
guerra contra Occidente: Cómo resistir en la era de la sinrazón”, 2022.).
Uno de los más
grotescos ejemplos que describe Murray, es un suplemento de cien páginas
publicado por el New York Times (NYT), el proyecto 1619, donde se propone
cambiar la fecha de fundación de los EEUU -el 4 de julio de 1776, Declaración
de la Independencia- por el 1619, la fecha de llegada de los primeros esclavos
negros a Virginia.
La autora del
proyecto, la periodista negra Nikole Hannah-Jones –que ganó el premio Pulitzer por eso-, sostiene
explícitamente que hay que reescribir la historia de los EEUU, y especifica que
“su objetivo es reencuadrar la historia del país, entendiendo que 1619 es el
año de nuestra verdadera fundación, y situar las consecuencias del esclavismo y
la contribución de los estadounidenses negros en el centro mismo de nuestro
relato nacional”.
Entre las insensateces que sostiene
la autora, dice Murray: “según Hannah-Jones, Estados Unidos ni siquiera era una
democracia ´hasta que los estadounidenses negros convirtieron el país en una´.”.
La idea –sigue Murray- es
que todo lo que habían logrado los norteamericanos era gracias al esclavismo, “deseaba
convertir un relato de heroísmo y gloria en uno de opresión y vergüenza.”
El NYT tuvo que eliminar de
su edición digital partes de ese absurdo relato ante la fundamentada avalancha
de críticas que recibió.
En realidad, el racismo ha
disminuido muchísimo en EEUU y Occidente. Una muestra de ello es la situación
de Jada Pinkett Smith y
su esposo, Will Smith, muy ricos, famosos y poderosos. Pero es Occidente el
objetivo de las críticas más feroces y destructivas, y es en Occidente donde se
intenta reescribir la historia a la manera orwelliana o staliniana, entre otras
cosas, convirtiendo a Cleopatra en negra.
También aquí
En el reciente infame informe de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se repite innumerables veces
la falsa idea de que lo que ha motivado las asonadas violentas provocadas por
los secuaces de Pedro Castillo es la “discriminación histórica, en particular
hacia los pueblos indígenas”, que esas algaradas se han producido en “un
marcado contexto de discriminación histórica por origen étnico-racial”.
Los socialistas del siglo XXI que
redactaron ese perverso reporte se ponen a tono con la muy influyente teoría crítica de la raza.
Los disturbios que se efectuaron en
Puno –y los que se anuncian ahora-, también se pretenden justificar como un alzamiento
de los aymaras, sin mencionar que ese departamento está fuera de control desde hace
años no por un problema étnico sino por las economías ilegales –minería,
contrabando, narcotráfico, etc.- que se han enseñoreado en esa región.
Los enemigos de Occidente –que viven
y disfrutan de las libertades y el confort occidental- están ganando la batalla
cultural. Hay que reaccionar y desmentir sus falacias en todos los campos.
PD: Una muestra adicional de la enorme influencia de la ideología woke y de la teoría crítica de la raza son las declaraciones del presidente Joe Biden el 13/5/23 en la Universidad de Howard (predominantemente negra): el supremacismo blanco es la amenaza terrorista más peligrosa del país, dijo. No los fanáticos islámicos. No los yihadistas. No los "antifas" y BLM que provocaron violentos disturbios en los EEUU y destruyeron estatuas de Cristobal Colón y George Washington. No. Son los "supremacistas blancos".
Publicado en El Reporte 14/5/23
Adele James, actriz que representa a Cleopatra en una serie "documental" de Netflix