Publicado en El Comercio el sábado 23 de mayo de 2020
Hoy
día, 10 semanas después de iniciada la cuarentena, el virus está fuera de
control y se sigue expandiendo, el sistema de salud ha colapsado y la economía
se está arruinando. No cabe duda alguna que la estrategia del Gobierno fracasó.
Lo grave es que era totalmente
previsible que esto ocurriera. En un país con 70% de informalidad y con un
sistema de salud precario era imposible que funcionaran políticas como las que
el Gobierno prometió poner en práctica: hacer pruebas, detectar y aislar a los contagiados,
detener la expansión del virus y reequipar los hospitales para atender a los
infectados.
El problema no ha radicado
solamente en un Estado ineficiente en un país relativamente pobre, sino en
tener además un gobierno incompetente que empeoró las cosas con medidas
desatinadas. Ahora muchos reconocen varios de los errores obvios como comprimir
las horas de atención de mercados, supermercados, farmacias, bancos, etc. con
toque de queda, días enteros de cierre total, alternancia de hombres y mujeres.
También la incapacidad y la corrupción en la adquisición de pruebas
moleculares, ventiladores, mascarillas y otros implementos; en la protección y
atención de médicos, enfermeras, policías.
Pero todo esto, insisto, solo ha
agravado lo que era inevitable, la propagación del virus. Teniendo en cuenta la
realidad del país lo razonable hubiera sido adoptar una estrategia intermedia,
prohibiendo aglomeraciones, masificando el uso de mascarillas y distanciamiento
social, pero no agudizando el problema con una cuarentena estricta que despoja
de ingresos a millones que viven al día y arruina la economía formal que es la
que sostiene al país. La magnitud de la crisis económica sí era evitable y es
de total responsabilidad del Gobierno.
No obstante, el Gobierno,
arropado por el casi unánime respaldo de opiniones y medios de comunicación, ha
persistido en el error. ¿Es que nadie se daba cuenta? ¿Por qué fuimos
poquísimos los que advertimos desde el principio este resultado? Nicolás
Maquiavelo lo explicó hace 5 siglos:
CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Encubriendo
el fracaso
En su insufrible y confuso monólogo del
viernes, el presidente no rectificó su política errónea, pero admitió que la
cuarentena no podía seguir igual.
Las cifras de fallecidos durante las
últimas semanas publicadas por diversos medios hacen inocultable la realidad
del impacto del coronavirus en el Perú y, al mismo tiempo, los datos de la
catástrofe económica durante la cuarentena muestran el abismo en el que se está
hundiendo el país. Lo primero era prácticamente inevitable, lo segundo no.
El periodista John
Burn-Murdoch del “Financial Times” señaló que el “Perú puede estar luchando contra el brote más severo del mundo. A nivel
nacional, las muertes aumentaron un 81% frente a lo normal. 8,000 muertes en
exceso versus 1,800 muertes de Covid reportadas [por el Gobierno]”. El método
que usó fue comparar las muertes ocurridas el año pasado con las de este año y
ese fue el resultado. El Comercio lo
dijo el jueves pasado: “Coronavirus
en Perú: hay 9.213 muertos más en relación al año pasado”.
Hoy
día, 10 semanas después de iniciada la cuarentena, el virus está fuera de
control y se sigue expandiendo, el sistema de salud ha colapsado y la economía
se está arruinando. No cabe duda alguna que la estrategia del Gobierno fracasó.
Lo grave es que era totalmente
previsible que esto ocurriera. En un país con 70% de informalidad y con un
sistema de salud precario era imposible que funcionaran políticas como las que
el Gobierno prometió poner en práctica: hacer pruebas, detectar y aislar a los contagiados,
detener la expansión del virus y reequipar los hospitales para atender a los
infectados.
El problema no ha radicado
solamente en un Estado ineficiente en un país relativamente pobre, sino en
tener además un gobierno incompetente que empeoró las cosas con medidas
desatinadas. Ahora muchos reconocen varios de los errores obvios como comprimir
las horas de atención de mercados, supermercados, farmacias, bancos, etc. con
toque de queda, días enteros de cierre total, alternancia de hombres y mujeres.
También la incapacidad y la corrupción en la adquisición de pruebas
moleculares, ventiladores, mascarillas y otros implementos; en la protección y
atención de médicos, enfermeras, policías.
Pero todo esto, insisto, solo ha
agravado lo que era inevitable, la propagación del virus. Teniendo en cuenta la
realidad del país lo razonable hubiera sido adoptar una estrategia intermedia,
prohibiendo aglomeraciones, masificando el uso de mascarillas y distanciamiento
social, pero no agudizando el problema con una cuarentena estricta que despoja
de ingresos a millones que viven al día y arruina la economía formal que es la
que sostiene al país. La magnitud de la crisis económica sí era evitable y es
de total responsabilidad del Gobierno.
No obstante, el Gobierno,
arropado por el casi unánime respaldo de opiniones y medios de comunicación, ha
persistido en el error. ¿Es que nadie se daba cuenta? ¿Por qué fuimos
poquísimos los que advertimos desde el principio este resultado? Nicolás
Maquiavelo lo explicó hace 5 siglos:
“Pues generalmente los hombres juzgan
más por los ojos que por los demás sentidos, y pudiendo ver todos, pocos
comprenden bien lo que ven. Todos verán lo que aparentas, pocos sabrán lo que
eres, y estos pocos no se atreverán a ponerse en contra de la inmensa mayoría,
que tiene de su parte la fuerza oficial del Estado.” Es decir, la mayoría se
deja llevar y engañar por las apariencias y los pocos que teniendo
conocimiento, experiencia e información se dan cuenta de la realidad no se
atreven a contradecir a esa mayoría y, sobre todo, al Gobierno.
Pero el mismo Maquiavelo advierte que “el
carácter de los pueblos es tan voluble que fácilmente se les persuade de una
cosa, pero difícilmente persisten en ella, conviniendo organizar el régimen de
modo que, cuando no le crean, se les pueda hacer creer por la fuerza”. Como
para esto último no bastan las amenazas del presidente, ni el respaldo de
muchos medios de comunicación, ni las alabanzas de los adulones y prebendarios,
las cosas se le van a complicar al Gobierno que no tiene medios suficientes
para obligar a creer a la mayoría.
El cuento de que la gente tiene la culpa
todavía es atractivo para algunos aunque es irrazonable. ¿Qué podía esperarse
con una mayoría de informales que viven al margen de las normas (cultura combi),
con una alta proporción de personas que subsisten al día, sin refrigerador, sin
agua potable? Para diseñar una política eficaz hay que partir de esta realidad.
En conclusión, el tener un Gobierno inepto en circunstancias de una crisis global como la actual, ha agravado y potenciado un desastre que era predecible.