CONTROVERSIAS
Fernando
Rospigliosi
De crisis en crisis hasta la vacancia
El nuevo gabinete parece peor que el
anterior, presidido por un individuo que es un atorrante, oportunista y con
acusaciones de corrupción. No podía esperarse otra cosa de Pedro Castillo.
La nueva crisis se desencadenó -otra
vez- por las disputas de las facciones izquierdistas que integran el gobierno,
crisis que también se extendió al entorno más cercano de Castillo en Palacio,
suscitando la salida del Secretario General (SG).
Así, en seis meses hay tres PCM, tres
Mindef, cuatro Mininter, tres SG de Palacio, además de muchos otros cambios.
No
obstante, no hay que perder de vista que en medio del caos los comunistas
siguen avanzando en ciertos objetivos fundamentales.
Están demoliendo a la Policía Nacional
(PNP), uno de sus propósitos básicos para controlar esa institución y
utilizarla en sus proyectos represivos y encubridores.
Algunos ingenuos suponen que para
controlar las FFAA y la PNP los comunistas pretendían someterlas ideológicamente.
Eso es una tontería. Ellos saben que no pueden conquistar a las fuerzas del
orden con ideas. Su arma es la corrupción.
No están inventando nada, sino siguiendo
la línea de su admirado Hugo Chávez que logró controlar a las FFAA de su país
corrompiéndolas hasta la médula, convirtiendo a los mandos en el Cartel de los Soles,
una organización de narcotraficantes.
En la Policía consiguieron establecer un
proceso de ascensos corrupto -como denuncio el ex sub comandante general Javier
Bueno- avalado por el entonces ministro Avelino Guillén, dirigido desde Palacio
por Castillo y Bruno Pacheco, y ejecutado por el entonces jefe de la PNP Javier
Gallardo.
Ahora ya no están Pacheco, Gallardo ni
Guillén -lo cual no tiene importancia porque son fusibles y desechables-, pero
los ascendidos siguen ahí. Y la señal que se ha dado a la institución es que
los corruptos siempre ganan.
En las FFAA trataron de hacer lo mismo,
pero la resistencia de los comandantes generales evitó que consumaran su
intento. Los echaron de mala manera. La señal es clara, si alguien los desafía
la próxima vez, lo botarán Y no pasará nada.
Han puesto al frente del Mindef a un
almirante retirado que precisamente avaló públicamente la maniobra de Castillo
de pasar al retiro a los jefes que se opusieron al despropósito. El mensaje es
clarísimo: eso lo van a volver a hacer.
Los prefectos vinculados a Sendero
Luminoso nombrados por Castillo y Guillén siguen ahí y el nuevo ministro no los
va a remover. Al contrario, es seguro que seguirán designando otros similares
en más prefecturas y sub prefecturas.
El nuevo ministro del Interior, un
chotano sentenciado y además con denuncias por vinculación con el narcotráfico
es perfecto para los intereses de los comunistas. Va a cumplir todas sus
órdenes y, cuando se produzca otro escándalo, lo desecharán sin problema.
Al procurador Daniel Soria, que denunció
a Castillo, lo echaron, tal como pidió el abogado de Castillo y el ministro de
Justicia, que ejecutó la orden.
Algunos cándidos se entusiasman porque
en el MEF han puesto a un funcionario razonable. El asunto es que ahora los
comunistas no pueden hacer lo que quieren porque todavía sobrevive un Congreso
que no controlan y está vigente la Constitución que quieren liquidar. Por eso
Castillo puede decir que no ha expropiado nada (ni ha establecido controles de
precios, ni se ha apoderado de los ahorros de la gente). Pero no lo hecho
porque la sencilla razón de que no puede todavía, no porque no quiere.
Designando un ministro con esas características calman a los incautos que
todavía esperan un cambio positivo, mientras ellos siguen avanzando.
Finalmente, es patético el intento de un
sector caviar que sostiene que este es un gabinete de derecha. Pretenden así
evadir su responsabilidad en el fracaso de un gobierno que ellos ayudaron a
instalarse y que han defendido -y defenderán- en la medida en que les otorgue
puestos y prebendas.
A estas alturas ya casi todos los
demócratas están convencidos que la única opción para evitar la destrucción del
Perú es vacar a Castillo y sus secuaces (o destituirlo por la vía de la
acusación constitucional que un grupo de destacados abogados ha presentado al
Congreso).
Lampadia, 2/2/22
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