El golpe democrático
Fernando Rospigliosi
El
académico turco radicado en Estados Unidos Ozan Varol, publicó en la revista
jurídica de la Universidad de Harvard un interesante artículo titulado “The Democratic Coup d’État”, El
Golpe de Estado Democrático, (Harvard
International Law Journal, Vol. 53, No. 2, 2012).
La tesis
principal es que no todos los golpes de Estado son iguales y, aunque muchos son
perpetrados por militares ávidos de poder que pretenden perpetuarse
indefinidamente, otros buscan reestablecer la democracia. Así:
“La visión convencional, que considera que todos los golpes de Estado son
una amenaza para la democracia y la estabilidad, debería reemplazarse por un
enfoque más matizado para evaluar su conveniencia que tenga en cuenta los
golpes de Estado que producen regímenes democráticos.”
El autor
señala que “según
un estudio empírico reciente, en la era posterior a la Guerra Fría, el setenta
y cuatro por ciento de los golpes de Estado fueron seguidos por elecciones
democráticas en un plazo de cinco años”, aunque precisa que no todos esos golpes
encajan en su teoría sobre el golpe democrático. Más bien Varol reconoce que “el
golpe democrático es la excepción, no la norma”.
El autor
analiza específicamente tres casos que ejemplifican su teoría, los golpes de
Turquía en 1960, Portugal en 1974 y Egipto en 2011. En función de esas –y otras
experiencias- Varol concluye que:
“aunque todos los golpes militares tienen características
antidemocráticas, algunos son claramente más promotores de la democracia que
otros porque responden a la oposición popular contra regímenes autoritarios o
totalitarios, derrocan esos regímenes y facilitan elecciones libres y justas.
Después de un golpe democrático, los militares gobiernan temporalmente la
nación como parte de un gobierno interino hasta que se lleven a cabo elecciones
democráticas.”
Y luego
precisa:
“Propongo que, aunque todos los golpes de Estado tienen
rasgos antidemocráticos en la medida en que colocan a los militares en el poder
por la fuerza o la amenaza de la fuerza, algunos golpes militares promueven
claramente más la democracia que otros. En estos golpes de Estado, los
militares responden a la oposición popular contra un régimen autoritario o
totalitario, derrocan a ese régimen y facilitan elecciones justas y libres en
un corto espacio de tiempo. Aunque los líderes militares, al igual que los
civiles, pueden abusar de sus poderes y han abusado de ellos, existen ejemplos
de golpes de Estado militares que han logrado la transición de regímenes
autoritarios a democracias.”
Para que corresponda a la definición del
autor, la consecuencia debe ser que se posibilita la elección democrática del
nuevo gobierno:
“Los militares luego entregan el poder a los líderes
seleccionados por el pueblo, independientemente de sus identidades y de si sus
preferencias políticas están o no en línea con las de los militares.”
La explicación del comportamiento de los
militares en estos casos, según Varol, se explica por:
“el ejército como institución, representada por sus líderes, tiene dos
intereses. Primero, el ejército desea preservar y promover su posición
privilegiada en la sociedad. Los militares en naciones como Egipto y Turquía
disfrutan de muchos privilegios económicos y sociales y es de su propio interés
proteger esos privilegios. En segundo lugar, las fuerzas armadas tienen interés
en preservar la estabilidad intraestatal. Un régimen inestable es una
distracción para las fuerzas armadas y distrae la atención de las fuerzas
armadas de su tarea principal, que es defender a la nación de las amenazas
externas. Estos dos intereses operan desde el inicio de un golpe democrático
hasta su finalización.”
Usualmente el interés principal de los
militares es lograr la estabilidad:
“Los militares podrían dar un golpe de estado y tomar el poder del
régimen autoritario y supervisar un proceso de transición que culmine con la
transferencia del poder al pueblo. Esa opción posibilitaría a los militares
permitir el establecimiento de un régimen más estable, emerger a los ojos del
pueblo como una institución estatal creíble y preservar sus propios intereses
durante un proceso de transición que controlan los propios líderes militares. (…)
Sin embargo, tenga en cuenta que el propósito principal de los militares en un
golpe democrático no es la promoción de la democracia. Es la preservación de la
estabilidad. El establecimiento de un régimen democrático constituye el medio
con el que los militares logran el resultado final de la estabilidad
intraestatal”.
En suma, una interesante teoría que se
aparta de los moldes tradicionales.
El Reporte, 6/2/22
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